Las primeras polis griegas y su desarrollo económico, cultural y político

Época Arcaica (800-500 a. C.)

Para el año 800 a. C. las cuatro ramas principales de los griegos; aqueos, dorios, jonios y eolios habían empezado a desarrollarse cultural y políticamente en ciudades-estados apenas independientes ubicadas en toda le región del Egeo, es esto para muchos el surgimiento de la civilización griega. Los fenicios, un pueblo semita originario de la región de Canaán (actualmente Líbano, Siria y partes de Israel), fueron grandes navegantes y comerciantes. A través de sus redes comerciales, los fenicios extendieron su influencia por el Mediterráneo, llegando hasta las costas de Italia, Sicilia, las islas griegas, y más allá. Su alfabeto, que es uno de los primeros sistemas de escritura alfabética, jugó un papel crucial en la difusión de la escritura en el mundo antiguo. Los griegos, inicialmente, no tenían un sistema de escritura propio. Dependían de otros métodos, como el uso de símbolos pictográficos y el sistema lineal, que eran complicados y difíciles de usar para representar su lengua. Fue entonces cuando entraron en contacto con los fenicios a través del comercio y las colonizaciones en el Mediterráneo.

Desde la Edad Oscura Griega ya destacaban ciudades como Atenas, Esparta, Corinto. Durante la época arcaica se construyeron inicialmente muchas ciudades, destacan Argos, que destacó en el arte y la escultura, Mégara; con su red de colonias mientras que Tebas empezó a ganar relevancia. Luego vinieron otras polis como Delphi, Naxos en Sicilia e Syracuse. Cada polis era vista casi como una entidad separada y autónoma, con sus propias leyes, gobierno, ejército y tradiciones. El sentido de pertenencia o identidad cívica (panelismo) se basaba en la lealtad y el orgullo hacia la ciudad-estado a la que pertenecían, el mejor ejemplo era Esparte. Los ciudadanos de unas polis se consideraban ante todo miembros de su comunidad, y esta identificación local estaba fuertemente vinculada a su participación en la vida política, social y religiosa de las polis. Este sentimiento de pertenencia no solo se manifestaba en la organización interna de las polis, sino también en la manera en que los griegos se veían a sí mismos en comparación con otras comunidades. Por ejemplo, en los Juegos Olímpicos, las visitas al Santuario de Delfos, a la Gruta de Trofonio, el Santuari de Apolo, Santuraio de Didima y muchos tiempos más. Entre los atletas destacaban los espartanos, donde competían no solo como individuos, sino como representantes de sus respectivas polis, lo que reflejaba la profunda identificación con su ciudad.

Suelo de mosaico que representa a varios atletas con coronas de flores | Fuente: Museo de Olimpia

Suelo de mosaico que representa a varios atletas con coronas de flores | Fuente: Museo de Olimpia

Y con cultura estos juegos olímpicos se celebraron por primera vez en 776 a. C., celebrados en Olimpia, en la región de Élide. Estos juegos eran una parte fundamental de los festivales religiosos en honor a Zeus. Los participantes en estos primeros juegos eran hombres griegos libres, que competían en eventos deportivos como la carrera a pie de estadio (una carrera de aproximadamente 192 metros), la prueba más importante y significativa de la época. El único evento en estos primeros juegos fue esa carrera, pero con el paso del tiempo se incorporarían más competiciones como el pentatlón, las carreras a caballo y las luchas. Eran un evento religioso que reunía a griegos de diferentes polis en un acto de unión y adoración a los dioses, además de ser una ocasión para la paz entre las ciudades-estado, pues durante los juegos se proclamaba la truce olímpica, que suspendía las guerras para permitir que los atletas pudieran viajar y competir sin riesgo. El vencedor de la carrera recibía una corona de olivo como premio, y su fama podía llevarlo a una gran honra y prestigio en sus polis. Estos juegos marcaron el inicio de una tradición que perduraría durante siglos.

Pero ya saben, aunque actualmente hay una ONU y un comité olímpico no todo es color de rosas y eso se vio en muchos casos con los griegos. El primer conflicto gordo fue un conflicto entre Esparta y Menesia por el control del fértil valle mesenio en la primera guerra mesenia en 724 a. C. Los espartanos, liderados por el rey Chilon, invadieron Menesia, buscando expandir su territorio, mientras que los mesenios, bajo el liderazgo de Eumelos, resistieron ferozmente. Tras años de intensas batallas, la superioridad militar de Esparta prevaleció y los mesenios fueron derrotados. Los sobrevivientes fueron sometidos a la esclavitud y forzados a trabajar las tierras como ilotas, consolidando la hegemonía espartana sobre la región del Peloponeso. La segunda fue muy parecida a la primera y ocurrieron medio siglo después.

Los griegos comenzaron a expandirse más allá de las costas de Grecia, y Sicilia se convirtió en uno de sus destinos más importantes. La primera colonia griega en la isla fue Naxos, fundada alrededor de 735 a.C. por colonos provenientes de Chalcis. Pronto, más polis griegas siguieron su ejemplo, estableciendo nuevas comunidades a lo largo de la costa siciliana. En 734 a.C., los corintios fundaron Siracusa, una ciudad que pronto se convertiría en una de las más poderosas y prósperas de todo el mundo griego, estos mismos fundaron Corcira un poco más cerca del mar Adriático. Las nuevas colonias florecieron gracias a la agricultura, el comercio y la expansión de las rutas marítimas. Otros pueblos fundaron más colonias en Italia, Esparta fundó Tarento en la península itálica. Sin embargo, no todo fue paz, ya que los colonos griegos a menudo se enfrentaron a las tribus indígenas de Sicilia y a otras potencias de la región. A pesar de los conflictos, la presencia griega en Sicilia creció rápidamente, dejando un legado duradero en la cultura y la política de la isla.

Mapa completo de las colonias griegas y púnicas en el siglo IV a. C. en la cuenca de mediterráneo

Mapa completo de las colonias griegas y púnicas en el siglo IV a. C. en la cuenca de mediterráneo

En el 710 a. C. se libró la guerra lelantina, un conflicto entre las polis griegas de Chalcis y Eubea contra Erétria, ambas ciudades situadas en la isla de Eubea. La guerra comenzó por una disputa territorial sobre el control de la isla de Lelantum, una región estratégica y rica en recursos. Los dos bandos, que representaban a varias ciudades aliadas, se enfrentaron en una lucha feroz que duró más de medio siglo. Las batallas fueron largas y destructivas, con ambos lados luchando por el dominio de las tierras agrícolas y el comercio de la zona. Aunque el resultado final es incierto, la guerra dejó a las dos ciudades agotadas y debilitadas, marcando un punto bajo en el poderío de Eubea. La guerra lelantina fue una de las primeras grandes confrontaciones entre ciudades-estado griegas.

Tras la caída de Frigia a manos de los asirios en el siglo VIII a.C., el reino de Lidia surgió como una potencia clave en Anatolia. Aprovechando el vacío de poder dejado por los frigios, los lidios, bajo el liderazgo de la dinastía Mermnada, comenzaron a expandir su territorio. Con Giges como el primer rey conocido, Lidia consolidó su poder y riqueza, especialmente bajo el reinado de Creso (c. 595-546 a.C.), quien se destacó por su desmesurada fortuna. Esta expansión y fortalecimiento político permitieron a Lidia controlar importantes rutas comerciales y tierras fértiles, convirtiéndose en un centro de influencia en la región y estableciendo relaciones con grandes potencias como Persia y especialmente con las ciudades griegas que relacionaban a estos reyes con algunos mitos.

La economía griega estaba profundamente marcada por la agricultura y el comercio. Las polis se sustentaban principalmente en la producción de alimentos, como trigo, olivos y viñedos, pero también en la artesanía y la industria, especialmente en la fabricación de cerámica y textiles. A medida que las ciudades crecían, el comercio se volvió esencial, y las rutas marítimas se convirtieron en canales vitales para el intercambio de productos. Las polis griegas, como Corinto y Mileto, fueron grandes centros comerciales, estableciendo colonias en lugares como Sicilia y el Mar Negro, lo que permitió la difusión de la cultura griega y el acceso a materias primas de otras regiones.

Con el tiempo, la necesidad de una forma más práctica de intercambio llevó a la introducción de la moneda en el siglo VII a.C. Los lidios fueron los primeros en acuñar monedas, una revolución que rápidamente se adoptó por las polis griegas. La moneda facilitó el comercio y permitió la acumulación de riqueza, transformando la economía griega. Las primeras monedas, hechas de electro (una mezcla de oro y plata), no solo fueron un avance económico, sino también un símbolo del poder y la identidad de cada polis, que comenzaba a acuñar sus propias monedas con símbolos y dioses locales. Este cambio marcó el inicio de una nueva era económica, en la que el comercio se expandió y la riqueza se midió no solo en tierras, sino también en el poder adquisitivo de las monedas.

Sabemos bien que desde el siglo IX a.C., el reino de Esparta estaba en crecimiento. Un hombre, conocido como Licurgo, fue el artífice de este cambio radical. Después de una serie de eventos turbulentos y crisis internas, Licurgo, apoyado por el oráculo de Delphi, introdujo las reformas que dieron forma a la estructura de la sociedad espartana. Conocidas como la Gran Reforma, estas reformas dividieron a la población en tres clases: los espartiatés (ciudadanos plenos con derechos), los periecos (habitantes libres, pero sin derechos políticos) y los ilotas (esclavos). Licurgo estableció un sistema político que otorgaba poder a dos reyes, uno de cada linaje, quienes gobernaban junto con el consejo de Gerusía, compuesto por ancianos sabios que guiaban las decisiones más importantes.

Bajo la mirada de Licurgo, Esparta se convirtió en un lugar donde la disciplina militar y la austeridad eran los pilares fundamentales. La Apella, una asamblea de ciudadanos también jugaba un papel crucial en la toma de decisiones, pero todo estaba dirigido a fortalecer un solo propósito: la supremacía militar. Los espartanos vivían para la guerra, y todo en su vida, desde la educación hasta las leyes, estaba diseñado para crear un ejército formidable. Aunque las reformas de Licurgo se desvanecieron en el misterio con el paso del tiempo, su legado perduró, y Esparta se consolidó como una de las potencias militares más temidas y respetadas del mundo griego.

Soldados dispuestos como falange.
 | Autor Desconocido

Soldados dispuestos como falange. | Autor Desconocido

Los espartanos se entrenaban desde su niñez para ser guerreros, con una disciplina feroz y un sentido del deber inquebrantable hacia su ciudad-estado. El valor, la lealtad y el sacrificio personal en el campo de batalla eran altamente venerados. La supervivencia del Estado y la victoria en la guerra eran las únicas formas de alcanzar la verdadera gloria. Morir en combate, especialmente defendiendo a Esparta, era considerado el mayor honor, mientras que la deshonra caía sobre aquellos que huían o fallaban en su deber. La cultura espartana estaba completamente centrada en la exaltación del esfuerzo colectivo y la supremacía militar como base de la identidad espartana. Las mujeres espartanas gozaban de más libertad y derechos que en otras polis griegas. Recibían educación física rigurosa y podían gestionar las propiedades familiares mientras los hombres estaban en campaña. Aunque no participaban directamente en la política ni en la guerra, eran cruciales para mantener la estabilidad social y económica de Esparta. Se valoraba su fortaleza, independencia y capacidad para criar hijos fuertes, esenciales para la supremacía militar de Esparta. El respeto por su rol en la sociedad espartana se reflejaba en frases como: “Vuelve con tu escudo o sobre él”, que simbolizaba su apoyo inquebrantable a la disciplina militar.

Otras polis o ciudades-estado también evolucionaron, muchas de estas estaban gobernadas por reyes, pero con el tiempo, las estructuras políticas cambiaron hacia sistemas más participativos, como las oligarquías y las democracias. En lugares como Atenas, el poder pasó de la nobleza a una mayor participación popular, con reformas como las de Solón en el siglo VI a.C., que establecieron bases para un sistema más equitativo. A medida que las polis se fortalecían y competían por el poder, también surgían alianzas y rivalidades, lo que sentó las bases para futuros conflictos, como las guerras del Peloponeso. El crecimiento político de este periodo reflejó un cambio hacia la consolidación de las identidades locales y la estructuración de sistemas que marcarían el camino hacia las grandes democracias y repúblicas griegas de épocas posteriores.

Las familias más ricas en las polis griegas tenían un papel fundamental en la política y la economía. Estas familias aristocráticas controlaban grandes extensiones de tierra y, a menudo, poseían comercio y riquezas derivadas de las colonias. En muchos casos, mantenían el poder a través de alianzas matrimoniales y la influencia sobre los gobiernos locales. En Atenas, las familias nobles fueron inicialmente las que tomaban las decisiones políticas, gobernando a través de aristocracias o oligarquías donde surgían muchos tiranos. Con el tiempo, sin embargo, el poder de las élites fue cuestionado por las reformas que promovieron una mayor participación del pueblo en el gobierno, como las de Solón y más tarde Clístenes. Las reformas solónicas, en particular, buscaron aliviar las tensiones sociales eliminando la esclavitud por deudas y creando un sistema judicial más accesible para todos los ciudadanos.

La política de Atenas pasó por una serie de transformaciones, desde una aristocracia gobernante hasta convertirse en una de las primeras democracias del mundo. En el siglo VI a.C., las reformas de Solón establecieron un sistema en el que los ciudadanos, basados en su riqueza, podían participar en el gobierno. Sin embargo, fue Clístenes quien en el 508 a.C. implementó un sistema democrático más inclusivo, permitiendo que todos los hombres libres de Atenas participaran en la Asamblea (Ekklesia), donde se tomaban las decisiones políticas importantes. Además, introdujo el sistema de las tribus y el ostracismo, un mecanismo para evitar el abuso de poder. A medida que la democracia ateniense se desarrollaba, la poli se convirtió en un modelo de participación popular, donde los ciudadanos (aunque limitados a hombres nacidos en Atenas) podían votar sobre leyes y políticas públicas, un sistema que influyó profundamente en la política occidental.

Uno de los principales problemas de estos cambios fue que la participación política estaba restringida a un pequeño grupo: solo los hombres libres, nacidos de padres atenienses, tenían derecho a votar y participar en las Asambleas y cargos públicos. Esto excluía a mujeres, esclavos y extranjeros (los metecos), que eran una parte importante de la población de Atenas, pero no tenían voz en las decisiones políticas. De este modo, la democracia ateniense no era realmente representativa de toda su población. Otro problema era la inestabilidad política derivada de la excesiva participación directa de los ciudadanos. La Asamblea tomaba decisiones importantes, pero este sistema podía ser susceptible a la manipulación por parte de oradores carismáticos, quienes podían influir en las decisiones mediante discursos persuasivos, lo que a veces resultaba en políticas contradictorias o en decisiones apresuradas y mal fundamentadas. Además, el sistema del ostracismo, aunque diseñado para evitar el abuso de poder, también se utilizaba con fines políticos, expulsando a líderes que, aunque populares, no representaban necesariamente una amenaza para el bienestar del Estado.

Sistemas políticos de la Antigua  Grecia

Sistemas políticos de la Antigua Grecia

El mejor ejemplo de las reformas puede ser las de Solón, que fue un legislador y reformador ateniense, nacido alrededor del 640 a.C., que jugó un papel crucial en la transformación política y social de Atenas. En una época de crisis económica y tensiones sociales, donde los pobres se endeudaban y muchos caían en la esclavitud por deudas, Solón fue elegido como arconta (un alto cargo público) en el 594 a.C. Su misión principal fue aliviar las desigualdades y restablecer la paz social en una Atenas dividida por luchas internas. Una de las primeras y más significativas reformas de Solón fue la abolición de la esclavitud por deudas, lo que permitió liberar a muchos atenienses que habían sido esclavizados debido a su incapacidad para pagar sus préstamos. También implementó la seisachtheia (la “cancelación de cargas”), que perdonaba las deudas contraídas y redistribuía la tierra entre los ciudadanos, limitando el tamaño de las propiedades y evitando que unas pocas familias acapararan grandes extensiones de tierra. Además, Solón reorganizó el sistema político de Atenas, estableciendo un sistema basado en la riqueza en lugar de la nobleza hereditaria, creando un consejo de 400 miembros que representaba a las distintas clases sociales. Estableció también un sistema judicial más accesible, permitiendo que los ciudadanos pudieran participar en los tribunales y defenderse. Aunque sus reformas no resolvieron todos los problemas y no fueron completamente aceptadas por todos los sectores, sentaron las bases para el desarrollo de la democracia ateniense y la participación política más amplia.

El Mapa entorno al 500 a. C.

ATRÁS

Los hechos resumidos abarcan des del 800 a. C. hasta el 500 a. C.

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