La Egipto de los esclavos mamelucos
Dinastía ayyubí (1171-1250)
Con los califatos árabes fragmentados los ayyubí no la tuvieron muy difícil para arrebatar Egipto a los fatimí, aunque esto fue de manera lenta, pero se le facilitó en parte debido a lo debilitado que habían quedado con los selyúcida en Arabia. Sin embargo, los selyúcida también tuvieron muchos problemas internos y Saladino, a la muerte de uno de los lideres atabegs turcos; Saladino pudo conquistar ciudades del reino de Damasco y Mosul (reino que se independizó de los selyúcida y que actualmente es el actual Irak). Con esto, los ayubíes de Saladino tomaron Arabia y reinos de Oriente Próximo.
Con Saladino quiso unificar a todos los musulmanes en su mando y el mayor inconveniente eran los reinos de las cruzadas en Jerusalén, los cuales lo habían sido tomadas por estos durante la Primera Cruzada, en el año 1099, tras un brutal asedio. Durante la toma de Jerusalén, los cruzados cometieron una masacre que resultó en la muerte de miles de musulmanes y judíos, consolidando su control sobre la ciudad. Junto con otros territorios como el Condado de Trípoli, el Principado de Antioquía y el Condado de Edesa, Jerusalén representaba un bastión cristiano en la región. Estos reinos cruzados mantuvieron el control de Jerusalén y otras áreas durante varias décadas (Segunda Cruzada), aunque enfrentaron constantes ataques de los líderes musulmanes locales que buscaban recuperar sus tierras.
Obviamente esto no le gustó a Saladino y formó un ejército en donde había esclavos de diferentes etnias en donde toma importancia tiempo después los mamelucos. Fue décadas después de la Segunda Cruzada que sucedió la batalla de Hattin, el enfrentamiento más decisivo entre Saladino y los cruzados, librado el 4 de julio de 1187. Saladino logró rodear al ejército cruzado, liderado por Guy de Lusignan, rey de Jerusalén. Saladino tomó la ciudad de Jerusalén tras un asedio, pero mostró una notable clemencia hacia los habitantes cristianos, permitiéndoles comprar su libertad, en contraste con la masacre que los cruzados habían cometido al tomar Jerusalén en 1099.
Tras la caída de Jerusalén, los reinos cruzados llamaron a una nueva expedición, conocida como laTercera Cruzada, liderada por figuras como Ricardo Corazón de León (Inglaterra), Felipe II (Francia) y el emperador alemán Federico Barbarroja. Saladino enfrentó a Ricardo en una serie de batallas importantes, como la Batalla de Arsuf (1191), donde Ricardo logró una victoria táctica, aunque no estratégica. A pesar de algunos reveses, Saladino logró mantener Jerusalén bajo control musulmán. Finalmente, en 1192, ambos líderes firmaron el Tratado de Ramla, que permitió a los cruzados conservar una franja costera en el Levante y el libre acceso de los peregrinos cristianos a Jerusalén, mientras la ciudad permanecía bajo dominio musulmán.
La lucha de Saladino contra los cruzados no solo consolidó su legado como un líder militar, sino que también lo convirtió en un símbolo de nobleza y justicia tanto en la tradición islámica como en la cristiana. Su éxito fue clave para establecer la supremacía musulmana en el Levante durante el siglo XII y esto benefició en parte a Egipto. A lo largo de los años, Saladino fue consolidando su poder, desplazando a los fatimíes y fortaleciendo su base de poder. Aunque Egipto era formalmente un territorio de los fatimíes en ese momento, Saladino, apoyado por sus seguidores y su ejército, fue poco a poco eliminando la influencia fatimí y restableciendo un gobierno suní.



Dinastía mameluca Bahriyya (1250-1382)
Todo empezó a ser distinto en la corte tras la muerte del ayyubí. En 1250, los mamelucos tomaron el poder en Egipto, después de una serie de revueltas y conflictos internos dentro de la corte ayyubí en El Cairo. Los mamelucos eran originalmente esclavos militares de origen turco, que habían sido entrenados y esclavizados para servir en el ejército. El derrocamiento del último gobernante ayyubí, Turanshah, marcó el fin del dominio ayyubí en Egipto y el comienzo de una nueva era de gobierno mameluco. Los mamelucos no solo tomaron Egipto, sino que también expandieron su dominio en el Levante, combatiendo contra los cruzados y otros enemigos.
Tras la toma de poder de los mamelucos en 1250, luego de derrocar al último gobernante ayyubí, Turanshah, los mamelucos comenzaron a consolidar su poder en Egipto. Aunque originalmente eran esclavos militares de origen turco y caucásico, los mamelucos comenzaron a establecer una estructura política fuerte y estable, fundando la dinastía mameluca o bahriyya debido a su origen en las tropas de élite entrenadas en el cuartel de la Bahriyya. Durante este periodo, Egipto se convirtió en un poderoso centro político y económico en el mundo islámico.
Un momento crucial para los mamelucos fue su victoria en la Batalla de Ain Jaluten 1260, donde lograron frenar la expansión mongola hacia el oeste, protegiendo no solo Egipto, sino todo el mundo islámico suní. Esta victoria les permitió consolidar su poder y, a partir de ahí, expandir su influencia en Siria, Palestina y partes de Anatolia. En Egipto, el Cairo floreció como un centro cultural, comercial y religioso, con el gobierno mameluco promoviendo la construcción de importantes mezquitas, escuelas y hospitales, además de mantener una economía fuerte gracias al comercio que pasaba por el Nilo y el Mediterráneo.

Sin embargo, a medida que avanzaba el siglo XIV, la dinastía bahriyya de los mamelucos comenzó a mostrar signos de desgaste. Las luchas internas por el poder, los conflictos de sucesión y la creciente corrupción dentro de la élite mameluca debilitaron la estabilidad del régimen. En 1382, Barquq, un líder mameluco, tomó el poder tras un golpe de Estado que terminó con la dinastía bahriyya y dio paso a la nueva dinastía burgíiyya. Bajo los burgíyyíes, los mamelucos continuaron gobernando Egipto, pero con una estructura más fragmentada y una creciente división interna entre los diferentes grupos de poder mamelucos.
Dinastía mameluca Burgíiyya (1382-1517)
El poder de los mamelucos comenzó a declinar a lo largo del siglo XV debido a la corrupción interna, los problemas económicos y los conflictos entre facciones dentro del propio sistema mameluco. A pesar de las dificultades internas, Egipto siguió siendo un centro comercial y cultural de gran importancia. El comercio con Europa, Asia y África floreció, especialmente en el puerto de Alejandría. También hubo avances en la arquitectura y el arte islámico, con la construcción de grandes mezquitas, palacios y otros monumentos que todavía se aprecian en Egipto hoy en día.

La dinastía burgíiyya perduró hasta el año 1517, cuando los mamelucos fueron derrotados por los otomanos en la Batalla de Marj Dabiq, marcando el fin del poder mameluco en Egipto. A pesar de esta derrota, los mamelucos no fueron completamente desplazados. Los otomanos se convirtieron en los nuevos amos tras vencer a los bizantinos en el sitio de Constantinopla de 1453. Junto al descubrimiento de América por la Corona de Castilla en el 1492 marcan la entrada en la Edad Moderna.
Con el régimen otomano, los mamelucos continuaron ocupando roles militares y administrativos como gobernantes locales bajo el control otomano, lo que les permitió mantener cierta influencia en la política egipcia durante algún tiempo. Sin embargo, con la toma de Egipto por los otomanos, comenzó un nuevo capítulo en la historia de la región, poniendo fin a la era mameluca.