Egipto bajo el dominio árabe

Pocos siglos después de las primeras culturas desarrolladas del Antiguo Egipto, gentes de habla semita en la Arabia (donde pueda que se originó la lengua) se acostumbraron a vivir en zonas desérticas y a convivir con la arena por el 3000 a. C. Unos migraron a Mesopotamia para formas grandes civilizaciones, lo que se quedaron se acostumbraron completamente a la zona, creando reinos como el de Saba (actual Yemen), luego Taif, Yatrib, Nabatea, o La Meca. Estos reinos llegaron a comerciar con el Antiguo Egipto y lograron permanecer pacíficamente prácticamente toda la Edad Antigua hasta la llegada de los romanos alrededor del 100 d. C. y luego de partos y después sasánidas por parte y parte.

Estos imperios no tuvieron muchos problemas con los árabes que empezaron a atraerse de las religiones de estos imperios. Cuando los romanos occidentales cayeron, el imperio de Oriente (Imperio Bizantino) ya había perdido hace rato mucho control de las zonas, lo que facilitó que reinos como La Meca y su islam (recientemente surgido gracias a Mahoma) prosperaron mientras que árabes cristianos como los gasánidas y lájmidas (pueblos más recientes) lograron independizarse y adoptaron de propia forma el cristianismo.

Los árabes pretendían expandir su religión, les difícil dominar algunas zonas, especialmente la de otros reinos árabes con los que se libró las guerras santas debido a que muchos árabes seguían siendo cristianos o judíos y no estaban de acuerdo con el profeta Mahoma. Esta religión es de origen judía y en un principio compartió muchos más aspectos con el cristianismo que los que tienen en común actualmente. Básicamente consta de cinco pilares a shahada, o profesión de fe, que afirma la unicidad de Dios (Allah) y la profecía de Mahoma; la salat, u oración ritual realizada cinco veces al día; el zakat, o limosna obligatoria para ayudar a los necesitados; el sawm, o ayuno durante el mes sagrado del Ramadán; y el hajj, o peregrinación a La Meca, que todo musulmán debe realizar al menos una vez en la vida si tiene los medios económicos y físicos para hacerlo. Este último las mujeres deben hacerlo acompañado de su marido o un hombre cercano. Por último, hay un libro como en el cristianismo, me refiero al Corán.

Las ciudades principales en Arabia eran La Meca y Medina, esta última tomó más importancia tras el Hégira de 622 (éxodo) debido al conflicto con los Banu Khusa. Este hito marca el inicio del calendario musulmán. Cuando llegaron esta ciudad fue transformada y hubo muchos conflictos religiosos y exilios.

Fue por el 632 el pueblo de La Meca o el Califato Ortodoxo, es decir, los árabes (ya convertidos en musulmanes), empezaron a expandirse por toda la península Arábiga (guerras Ridda) y más hasta que por el 635 tomaron parte del Imperio Bizantino y del imperio sasánida en Oriente. También tomaron ciudades importantes como Jerusalén o Ctesifonte y por el 643 tomaron Egipto, quedando cerca de otros estados de África como Nobatia, Majuria, Alodia.

Cuando los musulmanes llegaron a Alejandría en el 641, liderados por Amr ibn al-As, aseguraron rápidamente el control militar de la ciudad, consolidando su dominio en Egipto tras la caída del Imperio Bizantino en la región. En Fustat se erigió la Mezquita de Amr ibn al-As en 642 d.C., considerada la primera mezquita de Egipto y de África. A pesar de un breve intento de reconquista bizantina, Alejandría quedó bajo control islámico y su infraestructura fue preservada. En lugar de convertirla en la capital, los musulmanes fundaron la ciudad de Fustat, cerca del río Nilo, para establecer una nueva base administrativa que representara su autoridad.

Patio de la mezquita.

Patio de la mezquita.

En términos de administración, los musulmanes reorganizaron Egipto adaptando los sistemas bizantinos existentes. Introdujeron impuestos islámicos como la jizya (para los no musulmanes) y el kharaj (impuesto sobre la tierra), que garantizaban ingresos estables para el califato. Religiosamente, se permitió la práctica del cristianismo copto y del judaísmo a cambio del pago de la jizya, y no hubo conversiones forzadas al islam. Esta política de tolerancia, junto con el alivio de las opresiones previas bajo los bizantinos, facilitó una transición pacífica al nuevo gobierno. Eso sí, la nueva biblioteca junto con todos sus libros fue destrozada.

La economía egipcia, basada en su rica agricultura, fue clave para el califato. Los musulmanes aseguraron las rutas comerciales de Alejandría y aprovecharon los sistemas de riego para maximizar la producción agrícola, especialmente el grano, que se enviaba a otras partes del califato. Alejandría siguió siendo un importante puerto comercial en el Mediterráneo, mientras que Egipto, ahora una provincia estratégica, se convirtió en un puente comercial y un suministro vital para el mundo islámico. Este equilibrio entre continuidad y reforma aseguró la prosperidad de Egipto bajo el dominio islámico.

Luego vino un conflicto de árabes que derivó en las dos ramas principales del islam, el sunismo y el chiismo. La primera corriente fue predominante dentro en Egipto y casi todo el califato, permaneció bajo el dominio de gobernantes sunníes hasta el siglo X. En la actual nación domina esta corriente.

Califato Omeya en Egipto (661-750)

Expansión de los diferentes califas
 | Cafe: Expansión en la época de Mahoma, 622-632 |
  Naranja: Expansión durante el Califato Ortodoxo, 632-661 | Amarillo:
  Expansión durante el Califato Omeya, 661-750  | Autor: 	DieBuche

Expansión de los diferentes califas | Cafe: Expansión en la época de Mahoma, 622-632 | Naranja: Expansión durante el Califato Ortodoxo, 632-661 | Amarillo: Expansión durante el Califato Omeya, 661-750 | Autor: DieBuche

Surgió el segundo califato, conocido como el Califato Omeya (661-750), se trasladó la capital del mundo islámico a Damasco, en la actual Siria, quedando más cerca de Egipto. Este cambio ocurrió cuando Muawiya I, el fundador de la dinastía Omeya, asumió el liderazgo tras el fin del Califato Rashidun. Aquí Egipto se convirtió en una provincia estratégica debido a su ubicación y su riqueza agrícola. Los omeyas, gobernando desde Damasco, consolidaron su control sobre Egipto tras la conquista árabe-islámica en 641 d.C. El gobernador provincial era nombrado directamente por el califa, y se encargaba tanto de la administración civil como militar. A menudo, los gobernadores enfrentaron revueltas locales y desafíos de facciones opuestas dentro del califato, lo que refleja una administración compleja y a menudo inestable.

La economía de Egipto bajo los omeyas prosperó gracias a su papel como principal proveedor de cereales y bienes agrícolas para otras regiones del califato, especialmente la capital, Damasco. El fértil valle del Nilo permitió la producción de grandes excedentes, lo que lo convirtió en una fuente clave de ingresos fiscales. Estos impuestos como el jizya y el kharaj fueron crucial y tolerantes por lo que perduraron, los árabes tomaron todo el norte de África e Hispania y por Oriente consolidaron su control tomando el imperio sasánida. El problema era que estos impuestos eran los ingresos significativos, las altas tasas fiscales y el favoritismo hacia los intereses árabes provocaron tensiones entre las comunidades locales, en particular entre los campesinos cristianos coptos. Los cristianos coptos, que constituían la mayoría de la población en Egipto en ese momento, experimentaron un cambio gradual bajo el dominio omeya. Aunque inicialmente gozaron de cierta autonomía religiosa bajo los términos del pacto de conquista, con el tiempo enfrentaron una creciente presión económica y social para convertirse al islam, además se empezó a hablar la lengua árabe.

En el año 725 d. C. destaca la revuelta de los coptos causada por las crecientes cargas fiscales y el trato desigual. Esta rebelión fue sofocada con dureza por las autoridades, lo que marcó un punto de inflexión en la relación entre la administración omeya y la población cristiana local. Además, el establecimiento de Fustat como el centro administrativo y militar en Egipto fortaleció el control árabe-islámico en la región y marcó el inicio de una transformación urbana significativa.

El califato Abasí en Egipto (750-868)

Al inicio, los abasíes introdujeron cambios administrativos y fiscales para consolidar su control, como la reorganización del sistema de impuestos agrícolas, lo que incrementó los ingresos enviados al centro del califato. Sin embargo, Egipto se enfrentó a desafíos como rebeliones locales, problemas económicos y tensiones sectarias, reflejando las dificultades de gobernar provincias lejanas desde Bagdad.

El punto más relevante fue el inicio de una mayor autonomía regional a finales del siglo IX, destacando la designación de Ahmad ibn Tulun como gobernador en 868. Aunque fue enviado por los abasíes, Ibn Tulun se distanció del control directo de Bagdad, estableciendo la primera dinastía autónoma en Egipto: los tuluníes. Este período marcó el declive de la autoridad abasí en Egipto, preludio de una tendencia hacia gobiernos locales independientes, como los ikhshídidas y, más tarde, los fatimíes.

Dinastía de los tuluníes (868-905)

Ibn Tulun consolidó su poder al rechazar la autoridad directa de Bagdad y detener el envío de tributos, utilizando esos recursos para fortalecer Egipto, construir un ejército propio y desarrollar la infraestructura. Durante su gobierno, Egipto experimentó un auge económico y cultural, destacando la construcción de la mezquita de Ibn Tulun en El Cairo, que sigue siendo un símbolo de la arquitectura islámica. Sin embargo, tras la muerte de su hijo Khumarawayh, la dinastía enfrentó inestabilidad y fue finalmente reconquistada por los abasíes en 905.

Esta influencia inicial se expandió, destacando obras como la Mezquita de Ibn Tulun (878 d.C.), una de las más antiguas en pie en Egipto. Este edificio, construido en ladrillo, refleja la integración de estilos locales con innovaciones islámicas, como su diseño espacioso y su minarete helicoidal, inspirado en la Gran Mezquita de Samarra. Estas primeras edificaciones sentaron las bases de la arquitectura islámica que florecería en Egipto durante los períodos posteriores.

Reconquista de los abasíes (905-935)

El califato abasí envió un ejército liderado por Muhammad ibn Sulayman al-Katib para recuperar el control de la región. La campaña fue exitosa y Egipto fue reincorporado al califato abasí como una provincia bajo control directo desde Bagdad. Sin embargo, este regreso al dominio abasí no trajo estabilidad duradera, ya que Egipto continuaría siendo un territorio difícil de gobernar y propenso a la autonomía bajo futuras dinastías. Los abasíes apenas pudieron tomar el control por treinta años más.

Dinastía de los ikhshídidas (935-969)

Los ikhshídidas gobernaron por un periodo corto, siendo una dinastía autónoma fundada por Muhammad ibn Tughj al-Ikhshid, un gobernador de origen turco que obtuvo el título honorífico de “Ikhshid” (príncipe) del califa abasí. Aunque reconocían formalmente la autoridad del Califato Abasí, gobernaron Egipto, Palestina y partes de Siria con gran independencia, especialmente en asuntos internos y militares. Durante su gobierno, Egipto experimentó relativa estabilidad política y prosperidad económica, aunque enfrentaron desafíos externos como las incursiones fatimíes desde el norte de África. En 969, los ikhshídidas fueron derrotados por los fatimíes, quienes conquistaron Egipto y establecieron una nueva era bajo su califato ismailí chiita.

Califato fatimí (969-1171)

Orden de las conquistas del Califato Fatimí

Orden de las conquistas del Califato Fatimí

Este califato fue el último que gobernó en Egipto por árabes originarios y que además eran de la corriente del chiismo. Los fatimíes (llamados así porque se creían herederos de Fatima, la hija de Mahoma) conquistaron Egipto bajo el mando del general Jawhar al-Siqilli, quien estableció la nueva capital, El Cairo, diseñada como un centro administrativo y religioso del califato. Durante su gobierno, Egipto se convirtió en el corazón del califato fatimí, desde donde gobernaron vastos territorios que se extendían desde el norte de África hasta partes de Siria y Arabia. Estos fundaron la Universidad de al-Azhar en 972, inicialmente concebida como un centro de enseñanza del islam chiita isma’ilí. Sin embargo, los fatimíes mostraron notable tolerancia hacia las comunidades religiosas mayoritarias en Egipto, que seguían siendo suníes, así como hacia los cristianos coptos y los judíos, permitiéndoles ocupar importantes roles administrativos y sociales. Esto ayudó a mantener cierta estabilidad en un entorno religioso diverso, aunque también hubo tensiones sectarias ocasionales.

Hacia el final de su mandato, el califato fatimí comenzó a declinar debido a divisiones internas, de hecho, los Selyúcida le arrebatan terreno en Oriente Próximo que estaba en problemas con las cruzadas. Lo cierto es que esto trajo problemas económicos y la creciente influencia de líderes militares como Saladino. En 1171, Saladino, entonces visir de Egipto, abolió formalmente el califato fatimí y restauró el sunismo bajo la dinastía ayyubí, marcando el fin de la era fatimí y de los árabes en Egipto. Volvió el retorno a una mayor integración con el resto del mundo islámico suní, esto facilitó que las siguientes dinastías musulmanas asimilaran con facilidad la cultura árabe.

ATRÁS

Los hechos resumidos abarcan des del 641 hasta el 1171

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