Egipto bajo el dominio del Imperio Romano
Provincia romana de Egipto (31 a. C.-641)
Roma de la mano de Cayo Cornelio establecieron las bases en Egipto, especialmente en las fronteras para poder llevar grano a Roma que tanto hacía falta. En el 27 a. C. Augusto se convirtió en el primer emperador, Cayo Julio Cesar Octaviano, y restructuró toda la administración de Roma. Para evitar las famosas guerras civiles lo primero que hizo fue establecer un poder único, el del emperador, y quitar el dictamen que se llevaba con los dos cónsules y el senado por más de cinco siglos. Esto fue muy bueno en un principio y sirvió par restaurar el estado.
Como Roma era demasiado grande se dividió en provincias imperiales (controladas en gran parte por el emperador) senatoriales (lideradas por un procónsul). Egipto y Judea eran proveniencias excepcionales por su importancia. En Egipto gobernaba un prefecto seleccionado por el emperador cada dos o tres años, o en ocasiones menos. El primero en ser elegido fue Cayo Cornelio Galo, luego Elio Galo y después Cayo Petronio. Estos primeros reorganizaron Egipto, como bien dije. En el 16 a. C. Lucio Seio estableció nuevas rutas comerciales en Arabia y la India y esto ayudó mucho a Roma. Este comercio trajo jentes de todas partes, incluyendo romanos y más griegos, así como árabes, gentes de otros pueblos de África y en menor medida germanos tiempos después.
Los dioses egipcios, especialmente los vinculados a la fertilidad y la agricultura como Osiris, Isis y Horus, siguieron siendo venerados, y algunos, como Isis, incluso ganaron popularidad en todo el mundo romano. Isis, que ya con los griegos era muy popular, fue adoptada por los romanos como una deidad universal, y su culto se extendió desde Egipto hasta Roma y otras provincias. Sin embargo, los templos y los sacerdotes egipcios perdieron parte de su influencia, ya que los romanos controlaban los recursos del país y supervisaban de cerca la administración de los templos, que tradicionalmente habían sido centros de poder económico y político.
En el 52 el emperador era Nerón y Egipto tuvo mucha estabilidad bajo el prefecto Tiberio Claudio. Se cuenta que Alejandría empezó a tener más importancia de la que ya tenía, se construyeron muchas obras públicas en esta ciudad, lo que atrajo a mucha gente. Se dice, también, que Nerón llegó a contemplar la idea de trasladar la capital del Imperio Romano a otra ciudad, y Alejandría era una de las opciones mencionadas en las fuentes antiguas. Este rumor parece haber surgido en un momento de fuerte tensión entre Nerón y las élites romanas, especialmente tras el gran incendio de Roma en el año 64 d.C., que dañó su popularidad. Alejandría, con su riqueza, cultura y su papel clave en el suministro de grano, habría sido una alternativa atractiva. Sin embargo, no hay evidencias claras de que Nerón diera pasos concretos hacia este cambio, y muchos historiadores consideran que la idea no pasó de ser un rumor o una exageración propagandística.
A partir del 100 se construyó el Canal de Trajano durante el reinado de Trajano (uno de los mejores emperadores de Roma), este canal conectaba el Nilo con el Mar Rojo, facilitando el comercio marítimo entre Egipto, Arabia y la India. Poco después se construyó la puerta de Adriano en File, erigida bajo el emperador Adriano (117-138), esta puerta monumental daba acceso al templo de Isis en File, reflejando la continuidad del culto tradicional egipcio bajo patrocinio romano. También estuvo la contrición del Kiosco de Trajano, un pabellón decorado con relieves se construyó como un monumento ceremonial, posiblemente usado durante las procesiones en honor a Isis, y el templo de Esna, para el dios Jnum.

Cayo Turranio Gracilo (principios del siglo I d.C.): Supervisó la administración económica, reforzando la recaudación de impuestos. Aunque no se destacan grandes construcciones durante su tiempo, su administración contribuyó a la estabilidad de la provincia.
Roma también reforzó la frontera con Nubia, construyendo fuertes como los de Elefantina y Syene (Asuán), para controlar incursiones y proteger el flujo comercial del sur. El prefecto Lucio Munacio Félix, por ejemplo, gobernó en un periodo de relativa estabilidad, pero también enfrentó problemas económicos. Durante su mandato, se realizaron reparaciones de canales y defensas en las fronteras para garantizar la seguridad de Egipto.
Con el paso del tiempo, especialmente a partir del siglo III d.C., la religión tradicional egipcia comenzó a decaer debido a la cristianización de los coptos, del Imperio Romano. Los templos importantes, como el deSerapisen Alejandría, fueron cerrados o destruidos durante el proceso de prohibición de cultos paganos bajo los emperadores cristianos comoTeodosio I. Los sacerdotes egipcios, que habían sido esenciales en la sociedad desde el período faraónico, perdieron su rol preeminente, y muchos se adaptaron al nuevo contexto convirtiéndose al cristianismo. Este cambio marcó el fin gradual de una tradición religiosa milenaria, aunque ciertos elementos de la religión egipcia sobrevivieron como prácticas populares durante un tiempo.
Con muchos tiempos sin grandes avances llegó una nueva crisis en el siglo III, el Imperio Romano enfrentó graves problemas políticos y militares, incluida la fragmentación territorial. En Oriente, el Reino de Palmira, bajo el liderazgo de la reina Zenobia, se declaró independiente en el año 267 d.C., Zenobia aprovecho el respecto mutuo que tenía con las sasánidas y expandió su control sobre Egipto, Siria y parte de Asia Menor, estableciendo un reino que desafió la autoridad romana. Palmira, con su posición estratégica en rutas comerciales, aprovechó la debilidad de Roma para proclamarse protectora de la región oriental. Sin embargo, el emperador Aureliano reconquistó Palmira en el año 272, sometiendo a Zenobia y restaurando la unidad del Imperio en Oriente. Simultáneamente, en Occidente, la Galia había pasado algo similar.

Son famosas las victorias de Diocleciano en Egipto que ocurrieron en el contexto de las reformas que impulsó para estabilizar el Imperio Romano durante su reinado (284-305). Una de las más destacadas fue la reconquista de Egipto en el 297, cuando sofocó una importante rebelión encabezada por Lucio Domicio Domiciano, un usurpador que había desafiado su autoridad. Domiciano, apoyado por Aurelio Achileo, logró controlar Egipto durante un breve período, poniendo en riesgo el suministro vital de grano hacia Roma.
Diocleciano movilizó sus tropas y llevó a cabo una campaña militar decisiva, incluyendo un largo asedio a la ciudad de Alejandría, que culminó con su rendición en el año 298. Esta victoria aseguró el control romano sobre Egipto y restauró el flujo de grano hacia el resto del imperio. Además, tras la pacificación, Diocleciano implementó reformas administrativas y fiscales en Egipto, dividiendo la provincia en unidades más pequeñas para facilitar su gobernabilidad y fortalecer el control central. Su victoria en Egipto fue clave para consolidar su poder y las reformas de la Tetrarquía, que buscaban prevenir futuras rebeliones y garantizar la estabilidad imperial. En su honor se construyó la Columnata de Pompeyo (297 d.C.), este monumento, erigido en Alejandría, honra al emperador Diocleciano por su victoria en Egipto y simboliza el control imperial sobre la provincia.
Tiempo después, durante el periodo de transición hacia el cristianismo, Claudio Firmo supervisó la construcción de edificios religiosos y la adaptación de las infraestructuras al nuevo orden religioso y los cambios que provocaron la Tetrarquía de los Augustos y Cesares. Egipto pasó a ser parte del Imperio Romano de Oriente que tuvo su capital en Constantinopla, tras la división del Imperio Romano en 395 d.C. en dos mitades: el Imperio Romano de Occidente y el Imperio Romano de Oriente (o Bizantino). Esta división se produjo por muchas razones, especialmente por cuestiones religiosas. Si os interesa saber más, os invito a echar un vistazo al siguiente artículo.

En términos administrativos, Egipto continuó siendo una provincia importante para el Imperio Bizantino debido a su riqueza agrícola, especialmente en grano, que seguía siendo vital para la alimentación de Constantinopla y otras ciudades del imperio. Sin embargo, a medida que el Imperio Romano en Occidente se debilitaba, Egipto experimentó una creciente autonomía y su integración en la estructura del Imperio Bizantino fue cada vez más tensa. Durante este tiempo, Egipto experimentó varias revueltas locales, en parte debido a la presión fiscal, las tensiones con los oficiales romanos y la creciente inestabilidad política en el imperio.
El imperio de Occidente cayó en el 476 principalmente por la inestabilidad política y las migraciones germanas, dando inicio a la Edad Media. Las tradiciones egipcias, especialmente las relacionadas con la vida cotidiana, como la agricultura, el comercio y las costumbres locales, persistieron en gran medida mientras que su religión se balanceó hacia el cristianismo. Sin embargo, las reformas administrativas de los romanos y, más tarde, los bizantinos, comenzaron a modificar la estructura de poder y la organización social en el país. La ciudad de Alejandría siguió siendo un centro importante para el comercio, la educación y la cultura, aunque las tensiones entre las autoridades locales y el gobierno imperial aumentaron con el tiempo.
En resumen, durante estos 200 años, Egipto experimentó una creciente presencia bizantina, con cambios en su administración y economía, mientras las tradiciones locales, especialmente las vinculadas a la vida cotidiana y el comercio, continuaron adaptándose al nuevo orden imperial.
Después del Edicto de Milán los papas de Roma siguieron reclamando la autoridad universal sobre toda la Iglesia cristiana, un reclamo que fue rechazado por los emperadores bizantinos y el Patriarca. En Bizancio, la autoridad religiosa recaía en el Patriarca de Constantinopla, pero bajo la supervisión del emperador, mientras que en Occidente el Papa era visto como el líder supremo de la Iglesia. Aspectos como estos empezaron a separar ambas iglesias, en efecto, Egipto se abalanzó por la de Oriente, es decir, el Cristianismo Ortodoxo; sin embargo, tras el Cisma de Caledonia del 451, había personas seguidoras de los copta y hubo una mezcla de estos que particularmente se balanceaba a las enseñanzas de los Padres del Desierto y basada en el cristianismo monofisita.

También hubo tensiones entre la población local egipcia y las autoridades bizantinas, en parte debido a las altas cargas fiscales y el resentimiento hacia la administración imperial. Elsiglo VIfue también testigo de la persecución de las sectas religiosas no ortodoxas, como los monofisitas, que ganaron popularidad en Egipto, especialmente después del Cisma de Calcedonia en451, lo que empeoró las relaciones entre las autoridades bizantinas y la población local.
El comercio en el mar Mediterráneo y las incursiones de pueblos como los persas sasánidas a lo largo del siglo VI afectaron la estabilidad económica de la región. En 619 d.C., los persas invadieron Egipto, lo que marcó un hito importante en la historia de la provincia, ya que los sasánidas tomaron Alejandría y controlaron gran parte del país. Aunque los bizantinos recuperaron Egipto en 629 d.C., esta invasión reflejó el declive temporal del control bizantino y la inestabilidad en la región. La situación económica y política, junto con las tensiones religiosas y las invasiones externas, marcaron este período como un tiempo de crisis y transición para Egipto, que culminaría con la llegada de los árabes musulmanes en la siguiente década. Los musulmanes arrasaron con todos y tomaron Egipto en el 643, con esto inició un nuevo periodo.