Las tribus mongolas y Gengis Khan
Cuando el Caganato Uigur cayó en 840, su colapso dejó una vasta sombra sobre las estepas de Asia Central, y sus fragmentos se desperdigaron como tribus errantes buscando refugio. Algunos grupos, como los uigures de Qocho, se asentaron en los oasis del Tarim, mientras otros vagaron más lejos, dando origen a nuevas confederaciones. Entre ellos, los naimanos surgieron en las estepas occidentales, fieros y organizados, mientras los kereyit ocuparon las tierras cercanas al río Orkhon, adoptando el cristianismo nestoriano como señal de su distinción. Los tártaros, por su parte, mantuvieron su independencia al este, a menudo enfrentándose tanto a chinos como a otras tribus. Más al norte, los onggirat prosperaron en las llanuras, conocidos por sus alianzas matrimoniales y habilidades diplomáticas. De las cenizas de esa fragmentación también emergieron los mongoles (hipótesis apuntan de que salieron de los tártaros), entonces una pequeña tribu nómada en las montañas de Khentii, destinados a unir bajo su estandarte a todos esos pueblos dispersos y crear un imperio que estremecería al mundo.
En el siglo IX, Asia era un mosaico de potencias en transformación. La dinastía Tang de China comenzaba a desmoronarse tras la Rebelión de Huang Chao, debilitada por la corrupción interna y las amenazas fronterizas. En el oeste, el Califato Abasí enfrentaba disputas internas y el ascenso de dinastías locales como los samaníes en Transoxiana, quienes promovían el comercio y el islam. Más al norte, los jázaros mantenían su dominio en las estepas del Caspio, mientras los kirguises extendían su poder tras derrotar a los uigures. En la India, el Imperio Pala dominaba Bengala, aunque el subcontinente seguía fragmentado en reinos rivales. Al mismo tiempo, las tribus turcas comenzaban a migrar hacia el sur y el oeste, sentando las bases de futuros imperios, mientras en Japón el periodo Heian florecía culturalmente en relativa paz. Asia, en ese entonces, vibraba con cambios que reconfiguraban fronteras y sembraban las semillas de nuevas dinastías.
Unificación de los pueblos mongoles
En las vastas estepas azotadas por el viento, donde los clanes errantes competían por el poder. En todo esto un linaje tomó importancia, el linaje Borjigin, del que más tarde surgiría Gengis Kan. Esta familia comenzó con Bodonchar Munkhag, considerado el fundador mítico del clan Borjigin. Vivió alrededor de los años 750-800, unificando tribus menores y asentándose en las estepas cercanas al río Onon, en lo que hoy es Mongolia. Su descendencia continuó consolidándose con figuras importantes a lo largo del tiempo.
El siguiente líder destacado fue Kaidu, quien gobernó entre los años 850 y 900. Durante su mandato, Kaidu fortaleció las tribus bajo su control, asegurando que las bases del clan Borjigin se mantuvieran firmes a través de la diplomacia y el conflicto con tribus rivales. Tras su muerte, su hijo Bartan asumió el liderazgo alrededor de los años 900-950, continuando con la consolidación del poder del clan, aunque su mandato estuvo marcado por luchas internas y la constante amenaza de otras tribus nómadas de la región.
Hotula, hijo de Bartan, asumió el liderazgo de los Borjigin entre los años 1000-1050, pero su gobierno se vio opacado por la inestabilidad y las confrontaciones con tribus poderosas como los tártaros. Tras su muerte, el clan se fragmentó y las luchas por el poder interno debilitaron su influencia. Fue en este período cuando Tumanay, descendiente de Hotula, surgió entre los años 1050-1100 para intentar restaurar la unidad del linaje, consolidando poder mediante alianzas matrimoniales y diplomáticas. Sin embargo, las tribus seguían divididas, y el clan Borjigin se encontraba lejos de su antiguo poder.
Finalmente, Yesugei Baghtur, nacido alrededor de 1100-1105, tomó el liderazgo de los Borjigin en la década de los 1130-1140, y fue el líder más destacado antes de la llegada de su hijo, Temuyín (futuro Gengis Khan). Yesugei consolidó un poder significativo en las estepas, obteniendo respeto tanto de aliados como de enemigos, como los tártaros, a pesar de las traiciones. Sin embargo, su repentina muerte envenenado por los tártaros alrededor de 1171 dejó a su familia en una situación vulnerable, lo que permitió que su hijo, Temuyín, asumiera el control aún muy joven.
El clan Borjigin quedó debilitado, y la estabilidad que había logrado bajo su liderazgo se desplomó. Las tribus que se habían aliado con él, en su mayoría por respeto a su poder y liderazgo, comenzaron a desmoronarse, y la unidad que tanto costó alcanzar se desintegró. Los lazos entre las tribus mongolas se rompieron rápidamente, ya que muchos líderes veían la oportunidad de fortalecer sus propios clanes en ausencia de una figura central de autoridad.
Esto dejó a Temuyín en una situación de vulnerabilidad, ya que, siendo apenas un joven, quedó prácticamente sin recursos ni apoyo cuando más lo necesitaba. Con Hotula, hijo de Bartan, el liderazgo tomó un tono más marcial. Hotula se dedicó a sofocar rebeliones internas y lanzó incursiones contra las tribus vecinas para reafirmar el poder mongol. Su reinado, aunque breve, reforzó la idea de un mando centralizado, preparando el terreno para Toghrul, líder de los kereyit, quien desempeñaría un papel clave en la unificación posterior. Pero en esa época, los mongoles seguían siendo una colección de tribus.
Beker, medio hermano de Temuyín, se convirtió en una amenaza para él tras la muerte de su padre, Yesugei Baghtur. Aprovechando la división de las tribus mongolas, Beker intentó tomar el control, pero Temuyín, desde joven, mostró una viveza impresionante, demostrando astucia, habilidades estratégicas y una gran capacidad para entender las complejidades del poder. A pesar de su corta edad, Temuyín pronto reconoció la traición de Beker y, en un enfrentamiento decisivo, lo capturó y lo eliminó para asegurar su camino hacia la supremacía.
Temuyín también fue secuestrado en dos ocasiones clave durante su juventud. La primera, cuando tenía alrededor de 9 años, fue tras la muerte de su padre, Yesugei Baghtur, cuando fue capturado por los taínos y llevado prisionero, aunque logró escapar gracias a su astucia. La segunda ocurrió a los 16 años, cuando fue traicionado por un líder de su propia tribu, Targutai, quien lo entregó a los tártaros. Temuyín pasó un tiempo en cautiverio, pero nuevamente demostró su inteligencia y logró escapar.
Después de su segundo secuestro y su escape de los tártaros, Temuyín regresó a su campamento con una nueva determinación. A su regreso, recuperó a su familia y, con la ayuda de unos pocos seguidores leales, comenzó a reorganizar su poder. En esos años formó su primer matrimonio con Börte, hija de un líder de los Merkitas, una tribu poderosa de la región. Este matrimonio no solo consolidó su posición entre los mongoles, sino que también fue crucial para ganar apoyo de los Merkitas, aunque más tarde Temuyín se enfrentaría a ellos en combate debido a una traición relacionada con su esposa. Sin embargo, la alianza con Börte y otros matrimonios políticos fueron fundamentales en sus primeros años de consolidación de poder.
A medida que crecía en influencia, Temuyín forjó alianzas con otras tribus clave, como los Kereyit y los Jalayir, asegurando su apoyo para competir contra los que se oponían a él. A través de su habilidad para negociar, formar alianzas y utilizar la lealtad como una herramienta estratégica, Temuyín logró unificar lentamente a las tribus mongolas dispersas. A partir de esa etapa, su influencia se expandió rápidamente, derrotando a rivales como los Tártaros y otros pueblos nómadas de las estepas. La unificación de las tribus bajo su mando sentó las bases para la creación del Imperio Mongol, cuyo poder y organización cambiarían la historia de Asia y del mundo.
Jamuka, el amigo de la infancia de Temuyín, fue una figura clave en su vida, primero como aliado cercano y luego como feroz enemigo. Los dos compartieron una fuerte amistad en su juventud, incluso realizando un juramento de hermandad jurada, conocido como anda, donde prometieron lealtad eterna. Juntos soñaban con unificar las tribus mongolas, pero a medida que crecieron, sus visiones para lograrlo comenzaron a divergir. Mientras Temuyín promovía una estructura basada en el mérito y la igualdad entre sus seguidores, Jamuka defendía el sistema tradicional, donde el liderazgo dependía de la nobleza hereditaria. Estas diferencias ideológicas, sumadas a la ambición de ambos por dominar las estepas, los llevaron inevitablemente al conflicto.
La rivalidad entre los dos se volvió abierta cuando ambos comenzaron a reclutar aliados entre las tribus y este conflito se extendió por varios años. Temuyín enfrentó períodos de lucha y exilio. En uno de los momentos más críticos de su vida, después de ser derrotado por Jamuka en 1187, Temuyín se vio obligado a buscar refugio fuera de su territorio. En ese tiempo, se dirigió hacia el sur, hacia las tierras controladas por la dinastía Jin, una poderosa dinastía china de origen jurchen que dominaba el norte de China.
Tras buscar refugio en la dinastía Jin de China, Temuyín aprovechó los lazos creados con ellos para ganar tiempo, aprender tácticas militares avanzadas y obtener suministros. Aunque temporalmente aceptó ser vasallo de los Jin, usó este período para consolidar alianzas con tribus mongolas menores y fortalecer su posición. Con el apoyo de clanes como los Kereyit y los Jalayir, así como guerreros leales de su propia tribu Borjigin, Temuyín reunió un ejército disciplinado y comenzó una campaña para unificar las estepas. Su objetivo principal era derrotar a su antiguo amigo y ahora enemigo, Jamuka, quien también buscaba reunir a las tribus bajo su mando.
En medio de su ascenso, Temuyín formó una alianza clave con Togrul, el kan de los Kereyit, a quien consideraba un padre adoptivo tras la muerte de su propio padre, Yesugei. Togrul, conocido como el Kan Ong, ofreció protección y apoyo militar a Temuyín, ayudándolo a reunir fuerza contra tribus rivales como los Merkitas y los Tártaros. Gracias a esta alianza, Temuyín fortaleció su posición y reunió un ejército más organizado, lo que le permitió derrotar a Jamuka en 1201, sin embargo, su amigo logró uir a occidente donde tenía apoyo de otras tribus enemigas de Temuyin.
La relación entre Temuyín y Togrul se deterioró cuando este último, temeroso del creciente poder de su protegido, se unió a sus enemigos. Finalmente, Temuyín derrotó a Togrul en 1203, eliminando otro obstáculo en su camino hacia la unificación de las tribus.
Continuando, sabemos que en 1201, Jamuka fue derrotado por Temuyín en una batalla decisiva, pero logró escapar a occidente y continuó resistiendo. Sin embargo, su brutal represalia contra los prisioneros capturados durante la guerra, a quienes hirvió vivos, hizo que muchos de sus seguidores lo abandonaran.
Tras la caída de los Kereyit en 1203 y la derrota de los Naimanos (incluyendo a su líder) en 1204, aliados de Jamuka, su posición quedó debilitada. Finalmente, fue traicionado por sus propios hombres, quienes lo entregaron a Temuyín con la esperanza de ganarse su favor. Aunque Temuyín le ofreció perdonarle la vida y unirse a él, Jamuka prefirió morir y pidió una ejecución honorable (en la película Mongol fue lo contrario), lo que marcó el fin de su rivalidad y la unificación total de las tribus mongolas bajo el mando de Temuyín.
Tras derrotar a Jamuka en 1204, Temuyín consolidó su poder ejecutando a los nobles que habían apoyado a su rival para evitar futuras rebeliones, pero perdonó e integró a los guerreros comunes en su ejército. Esta mezcla de dureza y pragmatismo aseguró la lealtad de las tribus unificadas y el título de Gengis Kan fue proclamado a Temuyín en 1206 durante el kurultai, un gran consejo tribal. Este evento se llevó a cabo en las estepas mongolas, y fue un momento crucial para consolidar su poder y la unificación de las tribus bajo su liderazgo. Fueron los jefes (nuevos, desde luegos) de las principales tribus mongolas, incluyendo los Kereyit, Jalayir, Naiman y otros clanes importantes, quienes le otorgaron el título de Gengis Kan (que significa "emperador universal" o "gran líder"), reconociéndolo como el líder supremo de todas las tribus mongolas. La proclamación de este título simbolizó la unificación total de las tribus bajo su mando y el inicio de la expansión del Imperio Mongol.