El inicio del declive del Antiguo Egipto
La XX Dinastía comenzó con Sentarte en 1189 a. C., cuya tumba es KV14. A este le siguió su hijo Ramsés que apenas pudo sobrellevar la situación. Para entender esto hay que saber primero que Mesopotamia con civilizaciones como la de los asirios vivían un periodo oscuro protagonizado por invasiones de Europa encabezadas por los Pueblos de Mar, esto significó un gran bajón en el comercio y este faraón trató de mejorar la situación administrando como podía y luchando contra los invasores, es de este periodo la batalla del Delta 1178 a. C. El final de este reinado fue en la entrada en unas crisis económicas, malas cosechas, muchas invasiones, protestas de trabajadores (la primera de la historia).
Esta dinastía estuvo llena de Ramsés que no hicieron muchos por la crisis y esto terminó con el periodo del Imperio Nuevo en el año 1070 a. C. con el faraón Ramsés XI que duró setenta años hasta la Guerra de los Impuros. La crisis económica debilitó a Egipto, permitiendo a Nubia, antes bajo su dominio, recuperar su independencia. Les hago un breve resumen de lo que pasó con los nubios, estos aprovecharon esta crisis para establecer reinos propios, como el Reino Bush, que luego influiría significativamente en Egipto. Este pequeño reino es conocido por su riqueza en oro y su cultura similar a la de Egipto, como su escritura y religión, aunque desarrollaron un estilo artístico distintivo. En el futuro, cuatro siglos después, este reino dominaría todo Egipto. Su capital, Zapata, era un centro religioso y político de gran importancia. Sin embargo, tras un periodo de dominio sobre Egipto, Bush experimentó su propio declive y fue finalmente conquistado por otros imperios.

El tercer periodo intermedio de Egipto (1070-650 a. C.)
Los sacerdotes del gran templo de Karma, dedicado al dios Amón, acumularon riqueza y prestigio. Con el debilitamiento del poder central del faraón, los sacerdotes de Amón comenzaron a ejercer una influencia cada vez mayor en los asuntos políticos y económicos de Egipto, especialmente en el Alto Egipto. Su control era sobre vastas extensiones de tierra, esta riqueza les permitió construir una base de poder sólida que desafiaba la autoridad real. Tanto llegó a ser el poder de estos sacerdotes que finales de la XX Dinastía, Heridor, un poderoso sumo sacerdote de Amón, se proclamó rey en Tebas.
La creciente ambición de los Sacerdotes de Amón, junto con la inestabilidad política en Egipto, condujo a una división del reino. Al mismo tiempo, Escondes, un gobernador del Delta estableció un reino rival en Tenis que inició con la XXI Dinastía. Esta división marcó el inicio del Tercer Periodo Intermedio de Egipto, caracterizado por una fragmentación política y una disminución del poder central. La fragmentación política debilitó a Egipto frente a amenazas externas y facilitó las invasiones de pueblos extranjeros. Además, la rivalidad entre Tebas y Tenis impidió la reunificación del país durante varios siglos, retrasando su desarrollo y dejando una huella indeleble en su historia. A diferencia de las anteriores divisiones aquí tomaron un papel importante las princesas de Tebas como esposas divinas de Amón y herederas de grandes fortunas, ejercían una influencia considerable en los asuntos políticos y religiosos. Muchas de ellas se casaron con los sumos sacerdotes o incluso con los faraones, consolidando así los lazos entre la familia real y el clero de Amón.
Los libios aprovecharon la debilidad de Egipto durante la crisis para imponerse en el país. La Dinastía XXI, de origen libio, consiguió unificar Egipto de manera temporal, pero su poder fue restringido y, a pesar de su control, el país siguió siendo inestable y dividido. Páusenles I fue destacado por su tumba en Tenis, que contenía valiosos tesoros, lo que sugiere que, aunque su poder era limitado, aún había recursos para el arte funerario y el culto a los dioses. Simón, otro faraón relevante de esta dinastía es conocido por haber realizado ciertas intervenciones diplomáticas, especialmente en relación con los pueblos del Levante y su relación con el Reino de Israel, cuya hija se casó con el rey Salomón. A pesar de su falta de grandes conquistas, logró consolidar una paz temporal con los reinos vecinos. Amenemnisu, por su parte, es recordado por la restauración parcial de templos, pero su reinado también estuvo marcado por la falta de autoridad central fuerte.
Inicialmente, los libios ocupaban puestos militares y gubernamentales, ganando poder al servir como líderes de las tropas egipcias y gobernadores locales. Con el tiempo, los líderes libios tomaron el control efectivo del trono, y aunque se mantenía la estructura administrativa egipcia también los libios adaptaron las tradiciones egipcias, pero sus intereses estaban más centrados en consolidar su poder local que en fortalecer la unidad del país, lo que llevó a una mayor fragmentación en el gobierno contra los sacerdotes de Tebas. El primer faraón de la XXII Dinastía es el más importante, Sostén I, entre lo que hizo destaca el saqueo de Jerusalén por el 995 a. C.; causa por la que es mencionado en la biblia hebrea, pero también hizo cosas religiosas como subir a la deidad a Baste.
El segundo faraón importante de la dinastía, Osorio II (c. 943-922 a.C.), fue un faraón militarmente activo que se enfrentó a los asirios de Salman asar III que habían resurgido en Oriente. En el ámbito económico, promovió la restauración de templos y el comercio, asegurando recursos para el país. También fomentó la minería y los cultos, lo que contribuyó a la estabilidad interna y al crecimiento económico durante su reinado.
En el último siglo de la dinastía XXII de Egipto, la estabilidad política siguió desmoronarse debido a una serie de factores internos y externos. A partir del reinado de Sesión V (alrededor del 824 a.C.), la autoridad real se debilitó considerablemente. Su sucesor, Osorio III (alrededor del 818 a.C.), también enfrentó dificultades, con el creciente poder de los nobles locales y la expansión de las amenazas externas, especialmente de los libios y los nubios. Las regiones del Delta y el Alto Egipto empezaron a ser gobernadas por líderes locales. Exentó las bases para la entrada de la dinastía XXIII a manos de un faraón de la vigésima segunda dinastía, una nueva dinastía libia, y la eventual absorción de Egipto por los nubios. Sin embargo, esta dinastía fue simultánea a la XXIII Dinastía que fue fundada por Adobaste, aunque esta lista varía e incluso algunos historiadores ponen esta lista iniciada con el faraón Járciese A. Lo cierto es que los libios pudieron haber centrado la administración en una ciudad llamada Leontopodio en el Delta.
Esta disputa de dinastías en el Alto Egipto y la descentralización con los sacerdotes de Tebas fue muy bien aprovechada por los nubios que tomaron Egipto en el 747 a. C a manos de Pillé que levantó la XXV Dinastía. La XXIV Dinastía para muchos no existió, pero la realidad es que sí y esta tuvo dos faraones entre el 732 a. C. y el 720 a. C; el primer faraón, Técnicas, realizó una alianza con otros freones y líderes del Delta para hacer frente a los nubios que ya habían tomado con facilidad el Alto Egipto.
En efecto, los nubios ganaron y se hicieron con el control efectivo de todo Egipto por el 710 a. C. y establecieron Zapata y Menfis como los principales centros. Estos nubios no eran malos como parece, de hecho, uso acto fue la unificación de Egipto nuevamente. Los nubios decidieron gobernar de una manera que combinara lo mejor de Egipto. Por un lado, respetaron muchas de las tradiciones egipcias, como los dioses y los faraones. Por otro, impusieron su propia forma de organizar el gobierno, haciendo que todos los territorios de Egipto obedecieran a un solo faraón. Para lograr esto, reforzaron la religión egipcia, especialmente el culto al dios Amón, y restauraron muchos de los templos más importantes. De esta manera, los nubios no solo unificaron el país, sino que también se presentaron como los protectores de la antigua cultura egipcia. Mejoraron el mantenimiento de canales y diques para reforzar el comercio internacional, especialmente con Nubia y el Mediterráneo. También impulsaron la recaudación de tributos para financiar proyectos religiosos y militares, fortaleciendo la economía estatal.

Destacan Tabardo que tuvo que hacer frente a la invasión asiria a la cual no pudieron repelar. Su sucesor, Tanta mani tampoco pudo pese a vencer en algunas batallas, pero los asirios finalmente con Asurbanipal tomaron el control de todo el norte de Egipto y establecieron faraones vasallos de Asiria; pero no duraron mucho debido a que el hijo de uno de estos faraones vasallos, Patético I, logró expulsar a los asirios y restaurar nuevamente Egipto al establecer la XXVI Dinastía que duró entre 664 y 525 a. C., esta dinastía fue el inicio de un nuevo periodo.
Baja época (650-332 a. C.)
Los nubios volvieron a Bush y los egipcios lograron establecer nuevamente su administración. Patético I unificó el país expulsando a los gobernantes locales y estableció su capital en Sáiz, en el Delta. Reorganizó el sistema administrativo, designando funcionarios leales y fomentando una burocracia eficiente.

Nota: Según Heródoto, Patético I realizó un experimento para descubrir cuál era el idioma más antiguo. Ordenó que dos niños fueran criados en aislamiento total, sin escuchar ninguna palabra humana. Después de un tiempo, los niños dijeron la palabra “vemos”, que se entendía como “pan” en frigio. El faraón interpretó que el frigio era el idioma más antiguo, aunque esta historia es probablemente más una anécdota que un hecho histórico comprobable.
Además, fortaleció el ejército mediante la contratación de mercenarios griegos y libios, y promovió el comercio exterior para reactivar la economía con griegos varios y jonios; con esto impulsó la escritura demótica, una forma simplificada del egipcio hierático que se utilizaba para textos administrativos, legales y comerciales. Patético I también revitalizó las tradiciones egipcias, apoyando el culto a los dioses y reconstruyendo templos, lo que le permitió consolidar su legitimidad como faraón unificador.
Los griegos fundaronNaucratisen el Delta del Nilo bajo el permiso de Patético I, convirtiéndola en un importante centro comercial y cultural. Esta colonia fortaleció las relaciones entre Egipto y el mundo helénico, sirviendo como enclave para el comercio y la convivencia de tradiciones griegas y egipcias, mientras apoyaba la economía egipcia.

La expansión se le facilitó cuando Asiria cayó, pero los faraones de esta dinastía no se atrevieron a tanto como para tomar las tierras. Los caldeos de Babilonia se habían levantado en Oriente y fundado un poderoso imperio, el imperio neo babilónico. Sin embargo, este imperio realmente fue el último gran estado en Mesopotamia, puesto que no duró mucho que se esperaba. A partir del levantamiento de los persas en el antiguo Irán, un hombre llamado Ciro el Grande se apoderó de todo Oriente y por el 539 a. C. fundó el primer gran estado persa, el Imperio Persa. En efecto Egipto era unas de las ambiciones de los reyes persas y fue tomada por el rey Cambices II que tuvo aliados para conquistarles. El último faraón de la XXVI Dinastía, Patético III, no pudo hacerle frente y Egipto cayó en el 525 a. C. tras la batalla de Pelúcido.

Notas: mientras tanto, fuera de este contexto, en la península itálica, nacía una pequeña república en el centro de Italia, este estado era Roma. Por otro lado, Heródoto, durante el dominio persa visitó Egipto.
Los persas reorganizaron Egipto como una satrapía (provincia del Imperio Persa), manteniendo la administración egipcia tradicional, pero con un gobernador persa a cargo, que supervisaba la recolección de tributos y la implementación de la ley. Estos reyes eran de la XXVII Dinastía y no eran faraones egipcios. La verdad es que con Persia con el control de Egipto este no mejoró mucho, de hecho, las revueltas fueron comunes; sin embargo, los persas apenas fueron capaces de opacarlas. Durante el reinado del persa Atrajeres I y sus sucesores hubo algunas rebeliones, pero que no lograron tener éxito. Pasó prácticamente un siglo sin muchos avances.
Fue con la rebelión de Amito, quien fue el único faraón de la XXVIII Dinastía, que los egipcios lograron liberarse de Persia en el 404 a. C. y al cabo de seis años surgió la XXIX Dinastía de Egipto.
Esta dinastía tuvo cuatro faraones que duraron entre todos solo dieciocho años, pero bastaron para hacerle frente a los persas que aún dominaban Oriente. Surgió por el Delta la XXX Dinastía que logró extenderse treinta y siete años más; es decir hasta el 343 a. C. Bajo faraones como Nectáreo I y su hijo Nectáreo II, se produjo una revitalización cultural y religiosa, con la reconstrucción de templos y el fortalecimiento de la identidad egipcia. En lo administrativo, hubo un refuerzo del poder central y un intento de restaurar la estabilidad económica mediante la reactivación de las actividades agrícolas y comerciales. Sin embargo, la dinastía terminó con la invasión persa bajo Atrajeres III, lo que llevó a la caída de la independencia egipcia en el 343 a. C.
La XXXI Dinastía tuvo como faraones a los reyes persas tales como el propio Atrajeres III o Atrajeres IV. Esta dinastía no duró mucho, hasta el 332 a. C., debido a que un joven y rey de Macedonia, Alejandro Magno, les conquistó Egipto y todo el imperio persa. Egipto cayó, entonces, bajo el dominio de los macedonios de Alejandro Magno inició el periodo Helenístico de Egipto (Dinastía Ptolemaica)que duró trescientos años hasta la caída de la dinastía Ptolemaica con la faraona Cleopatra VII y su querido Marco Antonio ante el naciente imperio más poderoso de la Edad Antigua, el Imperio Romano, en el 30 a. C.